Seguro que en más de una ocasión has oído la frase «el fin, justifica los medios», pues ya te digo yo que al menos en la educación, el adiestramiento y la modificación de conducta de tu perro, ésta frase no tiene cabida.
Si quieres saber por qué, ahora te lo explico.
Cuando te planteas conseguir algún objetivo ya sea a largo, medio o corto plazo, en la educación, el adiestramiento o la modificación de conducta de tu perro, el querer alcanzar esos objetivos no puede ser a cualquier coste.
Aunque a simple vista, te parezca que mediante la aplicación de un nivel de autoridad desproporcional sobre el perro, puedes conseguir grandes resultados en la obtención de la conducta deseada, el precio a pagar, es muy alto, el cual te impide poder mantener una vinculación y relación social sana y satisfactoria para ti y el perro.
A continuación te explico con más detalle éste tipo de práctica, para que puedas ver algunas de las consecuencias del todo vale.
Este suele ser el camino que se utiliza en los llamados adiestramientos tradicionales, que basan su metodología en los parámetros de la dominancia y la sumisión, dando a mi entender, un trato inadecuado, donde el perro es la parte menos importante y favorecida.
Aquí debo hacer una pequeña reflexión personal, y decir, que no todas las personas que llevan a cabo éste tipo de adiestramiento, emplean una autoridad desmedida, algunos tienen en cuenta el bienestar del perro, y hacen lo que consideran adecuado, desde su punto de vista, aunque yo no lo comparta, ya que creo, que se podrían conseguir los objetivos utilizando otro tipo de técnicas menos aversivas para el perro, teniendo como evaluador principal del trabajo realizado, el estado emocional del perro, el cual nos indica si el trabajo que se realiza es adecuado o no para garantizar su desarrollo y bienestar, no considerando como lo más importante y prioritario, el conseguir una conducta determinada.
Perspectivas diferentes y criticables entre si, por las diferentes vertientes, donde cada adiestrador intenta hacer su trabajo lo mejor posible. Yo tengo grandes amigos que utilizan unos protocolos de adiestramiento que no comparto, y sinceramente probablemente no estemos de acuerdo en casi nada de lo de hacemos cada uno desde su perspectiva y principios éticos, pero eso no implica que dejemos de ser compañeros de profesión y amigos, aunque casi siempre intentemos evitar de hablar sobre adiestramiento, porque terminaríamos discutiendo 🙂 y argumentando nuestros diferentes puntos de vista . Con ello, quiero dejar muy claro, que podemos criticas los métodos con argumentos, pero no podemos caer en la falta de respecto, la descalificación y el insulto hacia las personas, no tenemos que enfocar la crítica como un ataque personal, ya que en el fondo todos queremos hacerlo bien y pensamos que lo hacemos bien.
Para no desviarme, reconduzco el artículo diciéndote, que en el adiestramiento basado en la dominancia-sumisión, si por ejemplo el objetivo es conseguir que tu perro se siente o se tumbe cuando se lo indiques, ellos dirían «cuando se lo ordenes o mandes», utilizarían cualquier medio disponible para conseguirlo. Se suelen utilizar técnicas aversivas que sobrepasan el nivel de molestia emocional en el perro, como por ejemplo tirarle de la correa hacia el suelo para que se tumbe o tirando del collar y empujando sus cuartos traseros para que se siente. De ésta forma se obliga al perro a realizar la conducta, sí o sí.
Todas éstas técnicas, además de utilizar aversivos que provocan un gran nivel de malestar y dolor emocional e incluso físico en el perro, se basan en la obligación y el control externo de la persona en todo momento. Además de apoyarse en unos principios ético muy dudosos y discutibles.
Aunque no te lo creas, este tipo de prácticas, siguen estando a la orden del día en los métodos de «enseñanza-aprendizaje» de muchos adiestradores.
Pero lo que para mí es aún peor, es que siguen teniendo muchos clientes, que llevan a cabo este tipo de técnicas con sus perros, aun no estando totalmente convencido de que ese es el camino para conseguir educar, adiestrar o modificar la conducta de su perro, pero como lo dice el adiestrador, habrá que hacerlo.
A mí personalmente me llegan muchas personas, que me comentan cómo consiguieron entrenar a su perro con otros adiestradores basándose en éste tipo de técnicas y aun sin haber conseguido los resultados deseados, siguen estando convencido de que fue un dinero bien invertido y que, si el perro no hace bien las conductas, es porque, «el perro no vale para aprender», típica frase que dicen muchos adiestradores cuando no consiguen las conductas con los perros de sus clientes. Es como una excusa para echar toda la responsabilidad del fracaso al perro o incluso al cliente por no ser un buen «líder» para su perro.
Aquí es donde quiero que ahora, tomes un punto de inflexión y pienses por un momento en una frase que ya he escrito en algunos de mis post, la cual dice que;
«Lo que no quieras para ti, no lo quieras para tu perro»
A no ser que seas un masoquista y te guste el dolor y ser sometido, algo que realmente espero que no sea así por tu bienestar 🙂 , ésta frase es la clave, es la pregunta que te tienes que realizar a ti mismo cuando vayas a llevar a cabo la educación, algún tipo de adiestramiento con tu perro, o tengas que contratar a un profesional del adiestramiento, para que seas consciente y no te desvíes de una ética basada en el respeto.
Ésta frase contiene una serie de principios éticos basados en el respeto, la vinculación afectiva saludable, una buena comunicación bidireccional, la comprensión de las necesidades individuales de tu perro, y contemplar la capacidad de autocontrolarse y la autonomía del perro con capacidad de decisión, considerando que «No todo vale para conseguir educar, adiestrar o modificar la conducta de tu perro».
No es necesario que sepas cómo educar o adiestrar a un perro, para que la frase te guíe por el camino más ético y coherente.
Piensa que si te vasas en el tipo de técnicas, llamémoslas tradicionales o coercitivas, estas poniendo en serio peligro la relación que tienes con tu perro. Vuestra relación ya no se apoyaría en la confianza y el respeto mutuo, sino en la desconfianza, el miedo y el sometimiento por tu parte hacia él. Ya no seríais un equipo en el entrenamiento, ni formaríais un grupo social cohesionado en busca del bienestar y la felicidad de ambos.
Vuestra comunicación tampoco sería la más adecuada, ya que tu estarías todo el tiempo diciéndole a tu perro lo que tiene que hacer, basándote en el control externo, no permitiendo que él se desarrolle plenamente y aprenda a gestionar sus emociones, el autocontrol y su autonomía en la toma de decisiones. El perro pasaría a ser totalmente dependiente de ti, sin personalidad, casi siempre temerosos de tu conducta. La comunicación no sería bidireccional, sino unidireccional, donde sólo tú, le comunicarías al perro lo que puede y no puede hacer en todo momento.
Por su puesto que no tendrías en cuenta las necesidades individuales de tu perro, ni tampoco te pararías a pensar y actuar en función de su estado emocional. Esto es algo que no contemplarías ya que no sería necesario si te vasas en el control total de todo lo que puede y no hacer el perro.
El perro ya no se podría considerar parte de tu familia, ya que se convertiría en un ser oprimido a merced de tu juicio.
En definitiva, el coste de las consecuencias del «Todo Vale», es muy alto.
Así, que piensa en ello, y si necesitas contratar a un profesional del adiestramiento y la educación, antes de empezar a trabajar con él, pregúntale por su forma de trabajar, y ten siempre en tu mente la frase que te guiara por el camino del respeto «Lo que no quiero para mí, no lo quiero para mi perro».
Ésta frase te provocará sensaciones, que te ayudarán a decidir y saber si la propuesta que te hagan es la más ética, además de hacerte pensar en todo momento, si tu forma de actuar con tu perro es adecuada o no. Como ya te he comentado antes, no es necesario que sepas educar o adiestrar, para saber si lo que haces con tu perro está bien o no, es tu responsabilidad.
Un fuerte abrazo,
Juan Carlos
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